Un psicólogo canino para mejorar la conducta de tu mascota.

Tras años de experiencia tratando física y mentalmente a todo tipos de razas, puedo decir que cualquier ser vivo necesita terapia en su vida. Como psicóloga canina, os ayudaré a los dos a tener una relación sana y positiva para todos los que os rodean.

Saber el porqué de la forma de actuar de tu perro es la clave para entender cómo solucionar sus problemas de actitud.

¿Qué es un psicólogo canino?

También llamado etólogo o etóloga, como es mi caso ;),  es aquel profesional veterinario que se especializa en el estudio del comportamiento animal, en este caso canino. Por ello, está cualificado para tratar sus trastornos de la conducta. En resumen, la figura del psicólogo humano, trasladado a animales y con la capacidad de añadir medicación si fuera necesario.

¿Cómo puede ayudarme un psicólogo canino?

Nosotros estudiamos el trasfondo en los comportamientos alterados animales. Todo aquello que subyace bajo lo que no pueden decirnos. La parte que como cuidador no puedes entender y que puede llevarte a conflictos con tu peludo amigo. Digamos pues, que somos traductores y conciliadores entre especies. 

Ayudamos a cambiar el enfoque y la interpretación de los problemas con tu mascota, para darte herramientas efectivas y el abordaje desde la empatía necesarios en la resolución de estos casos. 

Entendemos que nuestro amigo peludo no puede hablar y eso es algo muy frustrante para nuestra mascota. Gestos como el movimiento de su rabo, sonidos guturales o ladridos e incluso la propia mirada son los que sirven de pista para analizar su conducta. Una vez detectado el origen de todo, es momento de corregir o canalizar el comportamiento.

¿Cuál es la metodología habitual en las terapias de los psicólogos caninos?

Generalmente, realizamos una primera consulta en la que se recogen los datos necesarios sobre el caso, con los que podremos programar una serie de pautas para poder realizar en casa. Nos apoyamos en videos y contacto directo con los cuidadores para poder supervisar los casos. 

Cada relación animal-cuidador es única y requiere un ritmo específico, la adaptación es esencial. Aunque la clave del éxito de las terapias reside en la paciencia y la constancia, al fin y al cabo, es una reeducación positiva para ambos. Requiere un tiempo, pero al 100% merece la pena. 

Una vez descubrimos unas pautas sanas de comunicación con nuestro perro o perra, la relación mejora con creces. La cuestión es que tanto el cuidador como la mascota pongan de su parte.

Conocer al cuidador y su mascota

En una primera toma de contacto, me informo de cosas básicas sobre la relación cuidador-animal: horarios de comida y de salida, momentos conflictivos habituales, última vez de tensión con alguna persona u otro animal, recompensas y castigos, número de personas con el que vive, etc. 

Con todo esto, puedo empezar a investigar y a observar las distintas situaciones en las que se desencadena el problema conductual.

Evaluar situaciones conflictivas y reacción

Empieza el trabajo de campo, en el que analizo cotidianidades en las que la mascota se incomoda sin ningún motivo aparente y la reacción habitual de la persona que lo cuida. El objetivo es encontrar el inicio del todo, la razón por la cual se perturba su comportamiento.

A partir de ahí y, en base al historial, se detectan cuáles son las razones por las que se pone así y cómo se debería actuar para calmarlo. 

Aplicar cambios y monitorizar resultados

Una vez detectados los orígenes de su actitud y comprender el comportamiento de tu mascota, empezamos a actuar. Con unas modificaciones en las reacciones previas y posteriores al problema conductual, corregiremos poco a poco el problema.

Conviene saber que es muy importante controlar los resultados y continuar la terapia con paciencia para llegar a ver cambios lo antes posible

Diferencias entre psicólogo canino y adiestradores de perros.

A mí me gusta explicarlo así, no es lo mismo un psicólogo que un entrenador personal. Cada uno entrena una dimensión distinta que deberían ser positivas y complementarias. Pero si a una persona con depresión o ansiedad, en vez de hablar de sus problemas, la pones a hacer flexiones, probablemente se le pase un rato, pero al volver a casa, vuelva a tener los mismos problemas. Salvando las distancias, digamos que es algo similar. 

Cuando hay un problema comportamental en un animal, intentar condicionarle sin tener una base emocional positiva no servirá más que para entretenerle un rato. Sin embargo, sin la ayuda de un psicólogo canino para detectar el problema y hacer cambios oportunos, la situación no mejorará.

A veces, los problemas están en el ambiente, en su día a día, en su rutina, o en la forma que tenemos de relacionarnos con ellos. Os sorprendería saber lo que puede cambiar la actitud de un animal dependiendo del tono de voz con el que se le hable o el gesto con el que nos acerquemos a él. 

Hay un millón de situaciones en las que al ir a un adiestrador no ha mejorado, no ha habido cambio o en el peor de los casos, ha empeorado. Entrenábamos la dimensión equivocada. 

Nuestra filosofía es : No hay métodos milagrosos para “arreglar” a tu mascota, debemos trabajar para poco a poco ayudar a nuestro amigo a pensar de forma distinta, a responder de forma distinta. Ser el apoyo emocional que les haga sentirse seguros. 

Debemos ser compañeros en este camino hacia el entendimiento mutuo.

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